viernes, 18 de octubre de 2013

CUENTO: EL PATO RENATO

La importancia de narrar un cuento.

Narrar un cuento supone toda una actividad intelectual que tanto padres como madres, no deben dejar pasar por alto  y  ponerla en práctica inmediatamente.
Es una forma de desarrollar no sólo la creatividad, sino de crear nuevos espacios de compartir con los padres, compañeros de aula y maestra, generando vínculos e inclusive complicidad cuando los niños están involucrados en los cuentos.
Leer a los niños desde temprana edad genera en ellos el hábito de la lectura, indispensable para el desarrollo personal y social. Para ello es importante que los padres puedan tener la capacidad de escoger libros adecuados a la edad, intereses y relacionados con valores que queremos desarrollar en nuestros niños.
Por otro lado, los cuentos nos permiten desarrollar la fantasía, al imaginar a los personajes o las situaciones que hay en él; así como la sensibilidad cuando compartimos las situaciones o estados de ánimo que se les presentan a los personajes; desarrollar la memoria que está directamente relacionada con recordar lugares, el orden de las escenas del cuento y por qué no, detalles.
Así mismo, a través de la dramatización de un cuento, podemos lograr que el niño o la niña mejoren su capacidad de expresión.
En el trabajo de aula, se han logrado más que las características anteriores, ya que los  cuentos nos han permitido conducir a los niños en la búsqueda de soluciones positivas frente a situaciones específicas que ocurren en el aula, lo que permite en ellos ser más asertivos.
También el incrementar el vocabulario y promover la pronunciación correcta de las palabras, muy a parte de disipar dudas de construcción gramatical. Así como desarrollar la  la paciencia y la capacidad de saber escuchar.
Ahora que contamos con un gran soporte como es internet, podemos encontrar mucha información relacionada con cuentos, e inclusive hay páginas enteras dedicadas a recopilar cuentos de antaño y modernos.
A continuación agrego un cuento titulado "El Pato Renato", creado por Miss Rosy y cuyo contenido siempre tiene un mensaje o valor que aprender. En este cuento, en particular, encontré dos aspectos importantes: 1° El que los niños, al tener dudas y miedos, consulten y conversen primero con sus padres sobre ellas; 2° La capacidad de ser perseverante, frente a los obstáculos que se nos presenten cuando queramos aprender algo en particular.



viernes, 11 de octubre de 2013

EL MAPA MENTAL

El gran difusor de la idea del mapa mental fue Tony Buzan en 1974 con su libro "Use Your Head".
 
¿Qué es el Mapa Mental?
Es un diagrama o representación gráfica, usado para representar las palabras, ideas, tareas y dibujos, respecto a un concepto. Están dispuestos radialmente alrededor de una palabra clave o de una idea central.
 
¿Por qué el mapa mental?
  • Permite obtener información sobre un tema de nuestro interés, del que extraemos las ideas más importantes, por lo que también es efectivo.
  • Es una modalidad coherente e ingeniosa para comprender sobre qué trata un tema en particular.
  • Se puede recordar de manera fácil y simple, lo que permite mejorar la memoria y sirve como ayuda para el estudio.
  • Permite la efectividad al planificar, organizarse y solucionar problemas ahorrando el tiempo en su desarrollo.
  • Permite desarrollar la creatividad a través de la observación y categorización de ideas.
  • Desarrolla la concentración.
Los mapa mentales, son utilizados para tomar decisiones, algo muy importante cuando tenemos que realizar orientación vocacional mediante test vocacional.
 
 
  ¿Para qué sirve?
Por la forma de su diseño, permite tomar notas al respecto de un tema en específico; además que permite una mejor visualización y selección de las ideas o palabras más importantes de un tema.
 
¿Cómo está dispuesto su esquema?
Tiene la forma de una neurona con sus ramificaciones (que también se pueden reemplazar con líneas). De tal manera que en el núcleo de la neurona (en el centro)  se considera la idea, palabra principal o concepto central, para luego derivar en las ramificaciones, donde se consideran las ideas, palabras y conceptos secundarios o sub-temas.
 
El sentido de las ramificaciones o líneas puede ser horario o anti-horario.
 
¿Cómo trabajar?
  1. Siempre es importante dar lectura del tema antes de desarrollar el mapa mental.
  2. Escribir la palabra o concepto central en el núcleo de la neurona.
  3. Luego debemos seleccionar las ideas secundarias que se desprendan de la principal. Importante, utilizar las palabras claves y si es posible con dibujos.
  4. Armar el mapa mental teniendo en cuenta la cantidad de ramificaciones de acuerdo a las ideas o conceptos secundarios.
  5. En el caso de nuestro nivel: INICIAL, es importante acompañar con textos ícono verbales (palabras e imágenes) para que los pequeños puedan memorizar lo que expondrán.
  6. Es importante comenzar en el centro con una idea y trabajar hacia afuera  con las ideas secundarias

Aquí les presento algunos modelos de mapas mentales:

 

jueves, 3 de octubre de 2013

CAPITÁN, EL PERRO MARINERO

(Érika Stockoholm)


Fue un domingo cuando acompañé a mi madre al mercado y vi algo diferente de lo habitual: un vendedor de perros.
Mi mami no se dio cuenta de que yo ya no estaba a su lado.
Corrí a ver los perritos.
El vendedor me alcanzó uno: negro, de orejas paraditas, inquieto y juguetón, con unos ojos chiquitos y una mancha blanca en el pecho, que parecía un ancla.
 
 Era gracioso y sabía sonreír: una sonrisa rarísima, solo con un lado de la boca, combinada con rápidos jadeos.
Quedé encandilada.
El vendedor me hablaba con entusiasmo, decía que era un perro fino, que era de raza. Solo que no entendía de qué raza era.
Lo decía rapidito, algo así como "chusqui-poodle-dobberman-africano".
Pero me aseguró de verdad, que era fino, que era macho y que se llamaba Capitán. 
 Cuando mi mami me vio y se enteró de que yo había comprado el perro, se le borró la sonrisa de la cara.
- ¡Ay no!... ¡Yo dije que perros no!
 
Salió corriendo a buscar al vendedor para entregarle de vuelta el perrito, pero ¡qué va! Él ya había desaparecido. ¡Qué suerte la mía!
 
¡Oh! Ahora sí, mi mamá estaba cruzada, pues capitán se hizo pipí en el carro.
 
Cuando llegamos a la casa, mi mamá de nuevo se estresó porque las pulgas la estaban devorando.
 
Y además nos dimos con la sorpresa de que Capitán tenía dos chicles pegajosos y bien masticaditos detrás de las orejas, para que se quedaran paraditas, así como las de un chusqui-poodle-dobberman-africano. Supongo...
 
Pero Capitán se quedó con nosotros.
El tiempo pasaba y yo era feliz.
Cuando llegaba del colegio, Capitán corría y saltaba hacia mí.
También me lamía y me sonreía.
Saltaba altísimo. Era tan ágil que se pasaba por encima de la puerta del jardín, hacia la calle.
Él tenía un espíritu aventurero y era conocido en todo el barrio por sus escapadas matutinas. Le encantaba salir a comer a la calle.
 
Llegaron las vacaciones de verano, ¡Qué delicia! Nos preparamos para ir a una temporada a la playa.
Llenamos el carro con palas, baldes, pelotas, toallas y flotadores.
Capitán también fue.
 
 
Llegamos tarde y cada uno se acomodó en su cuarto. Puse la camita de Capitán debajo de la escalera. A la mañana siguiente, empezarían las dos semanas de playa.
 
Por la mañana, Capitán no estaba.
Salí a buscarlo, y luego él me ladró desde el otro lado de la calle, con su sonrisa de mediola'o y su ladrido de alegría.
Cuando finalmente salimos para la playa, Capitán cruzó la arena y por primera vez contempló el mar...
Lo miró estático y en seguida quedó entusiasmadísimo.
 
Desbarató el castillo de un niño llorón, sembró el pánico entre los cangrejos y se tragó la pelota de los jugadores de paleta.
Su sonrisa conmovió al balneario. En la heladería, los niños le regalaban un poquito de helado y en la pescadería, un pescadito frito.
Por la mañana, salimos muy temprano a pescar. Capitán fue el primero en entrar al bote ladrando como un loco, y se sentó en la proa.
Capitán se comió una gaviota. Bueno, casi... Se la hicimos soltar.
¡Nada como la vida en el mar!.
 
Cuando jalamos los peces, él abrió sus ojos con sorpresa, ladrando con emoción canina.
Ramiro, el pescador, le ofreció una galleta "para que no se quede con envidia". Capitán le agradeció con su sonrisa y siguió fascinado.
 
Esa noche, Capitán no vino a dormir a casa. Varias veces fui a mirar debajo de la escalera, pero su camita estaba vacía. No podía dejar de preocuparme. ¿Con quién estaría?.
 
Lo encontré de mañana tomando el sol en la playa. Feliz de la vida.
Una poodle rastafari desfiló alrededor, con ojos románticos y él, en respuesta, hizo tremendos huecos en la playa, levantando la arena y cubriendo con estrellitas brillantes la piel de las señoras, que recién se había pasado el bronceador.
 
Era increíble cómo Capitán se había adueñado del lugar. Todos lo saludaban y le daban regalos. Él, por su parte, les ponía el hocico para que lo tocaran y les daba su reconocida sonrisa.
Terminaba siempre en la playa con Ramiro, el pescador, cuando volvía del mar.
Juntos contaban los peces y capitán comía las delicias que él le tiraba.
Después, se aventaba sobre las redes y se rascaba en ellas enloquecido. Terminaba con el cuerpo enredado y sin poder moverse.
Aullaba para llamar la atención y por supuesto para que lo rescatáramos del lío en que se metía. Alguna vez lo dejé un buen rato atascado para que aprendiera a no ser tan loco. Igual de nada sirvió...
Fueron dos semanas muy divertidas de sol, playa y pescadito frito. Pero ya era hora de partir. El auto estaba de nuevo lleno de palas, baldes, toallas y mi gran colección de piedras de colores que recogí en la arena. Todo listo, salvo algo importante... Capitán no aparecía...
- ¡Capitán! ¡Capitán! - lo llamamos - ¡Es hora de partir!
- Y ese perro que no aparece - era mi padre el que gruñía.
Capitán no aparecía.
 
Todos los autos de la playa ya se habían ido.
Estábamos tristes pensando que Capitán se podría haber ahogado, porque no estaba por ningún lado.
Ni en la heladería, ni en la pescadería.
Oscureció. Saqué mi linterna para seguir buscando...
Pero, al final, tuvimos que irnos.
 
Nadie habló ni una palabra en el camino de regreso.
Todos lo echábamos de menos.
Se veía que mi mami se aguantaba para no llorar... y yo también. Nos miramos y ¡guaaaaá!
Nada era igual.
 
Tanto sufrimos que, el fin de semana siguiente, decidimos volver a la playa para ver si lo encontrábamos.
Nos detuvimos frente al puerto y ...
 
¡Sorpresa!
 
Vimos a Capitán, correteando en el muelle, agitando su cola. Corrí hacia él y Capitán hacia mí.
Me tiró al piso, me lamió toda la cara. Nos revolcamos en la arena y nos abrazamos.
¡Qué alegría! ¡Qué emoción! Lo acaricié, le di besos, para compensar toda una semana de ausencia. Él sabía a pescado.
- ¡Vamos, Capitán, al carro Capitán!, ¡Nos vamos a casa! - grité - ¡Capitán!
El perro paró y miró hacia atrás. Un poco más abajo, en el bote, estaba Ramiro, el pescador, con una red en sus manos, listo para salir a pescar.
 
Capitán corrió hacia el muelle, volteó a mirarme y ladró varias veces. Al final agitó su cola y siguió su camino hacia el bote.
Yo corrí tras él y cuando llegué, Capitán ya estaba instalado dentro del bote. Ramiro, me dijo:
- ¡Qué lindo perro! ¡Y cómo le gusta el mar! Parece un marinero.
 
Iba a decirle: ¡Hey, Ramiro, ese es mi perro y mi papá está esperando en el carro para irnos a casa!; pero... Capitán me dio una sonrisa de pronto..., me di cuenta de que él estaba más feliz, allí en la playa.
- - contesté - parece un marinero.
Se me hizo un nudo en la garganta, pero dije:
- Pórtate bien, Capitán... y no te comas las gaviotas, ¿ya?
Le hice adiós con la mano y Capitán me dio una última sonrisa. Se fueron al mar, y yo, parada ahí, me quedé escuchando cada vez más lejos, los ladridos de mi querido Capitán.
 
En el verano siguiente volvimos a nuestra casa en la playa. Tan pronto llegamos, me puse a buscar a Capitán.
Caminé, de arriba a abajo, por la orilla, pero no lo veía. Ya estaba medio tristona cuando tropecé con Ramiro, el pescador.
- ¡Hola! ¡Qué bueno verte de nuevo! - y continuó - Yo se de alguien a quien le gustaría saber que estás aquí.
Ramiro me llevó por la parte de atrás de las pescadería y ahí estaba Capitán que, al verme, saltó feliz y agitado.
Ladró sin parar y, entre besos y lamidas tipo helado, sentí que él quería mostrarme algo.
Me jalaba y jalaba el pantalón insistentemente.
- ¡Ya, ya, Capitán! Me vas a hacer un hueco en la ropa. ¿Qué quieres? ¿Quieres que te siga, ah?
Fui tras él, hacia un cuartito debajo de una escalera.
Y él me mostró a su nueva familia: ¡ahí estaba echada la rasta-poodle de los ojos románticos, con sus seis cachorritos!
Vi uno, negrito y más agitado que sus hermanos, con una cara de chusqui-poodle-dobberman-africano, que me dio una sonrisa de mediola'o. Lo tomé en mis brazos. Le miré la pancita. No tenía pulgas. Y pensé "mi mamá se va a poner feliz...".
 
 
fin
 
 
 

miércoles, 6 de marzo de 2013

SE ESCRIBE, PERO NO SUENA... LA H.

Aquí les entrego un modelo de actividad de aprendizaje para trabajar la consonante H. Ya cada una de Uds. podrán modificarla o variar una de sus partes.


Iniciamos con una jitanjáfora cantada acompañada de siluetas (las mismas que tendrán como letra inicial de escritura la h). a la par de cantar, se pega una silueta encima de la otra (la melodía es la de la rana debajo del agua).

CANCIÓN.

“Estaba en el agua el hipopótamo Horacio,
y cuando quiso salir a cantar; vino la hiena y lo hizo callar.
La hiena al hipopótamo y el hipopótamo que estaba en el agua, cuando la hiena quiso salir a cantar, vino la hormiga y la hizo callar.
La hormiga a la hiena, la hiena al hipopótamo, el hipopótamo que estaba en el agua,
Cuando la hormiga salió a cantar, vino el hada y la hizo callar.
El hada a la hormiga, la hormiga a la hiena, la hiena al hipopótamo, el hipopótamo que estaba en el agua, cuando el hada salió a cantar, vino el hueso y la hizo callar.
El hueso al hada, el hada a la hormiga, la hormiga a la hiena, la hiena al hipopótamo, el hipopótamo que estaba en el agua, cuando el hueso salió a cantar,  nadie lo pudo callar”.

Luego preguntamos a los niños sobre los personajes de la historia y a la par de que ellos los mencionan la maestra va pegando las imágenes nuevamente en la pizarra; pero esta vez una a lado de la otra. Luego la maestra pedirá a los niños escribir el nombre de dichos personajes, pero ellos escribirán sin la letra inicial (pues todavía no conocen el uso de la h). Por ejemplo: ada, ormiga, ipopótamo, iena, ueso;

En ese momento aparece un hipopótamo y corrige a los niños sobre la escritura real de su nombre indicando: “que en estas palabras se utiliza una letra que es muda y no suena; pero que debe estar escrita como letra inicial y esa letra es la h”. Luego indica que para comprender mejor, observaremos diapositivas con algunas reglas para escribir palabras con H. 
Luego de las diapositivas consolidamos saberes recordando la letra aprendida hoy y su escritura, formando las sílabas con h: ha, he, hi, ho, hu, así como su pronunciación, recordando las reglas y pegando ejemplos de palabras: Herrero, hugo, hélice, hamaca, hada, hueso, hélice, hielo, hiedra, hierro, hipopótamo, hoguera, humo, hamburguesa, huevo y excepciones como almohada, cohete.


En el patio, caminamos por las letras h, que previamente dibujó la maestra H y h. En el aula, específicamente en la computadora, jugamos con la letra h siguiendo las consignas de la página: llevando al caracol para delinear las H y h , armando las partes de la letra h en el rompecabezas, identificar las h en la charca, buscando la h en las palabras y eligiendo dibujos cuyos nombres tengan h.

http://lloreuprimerob.blogspot.com/2009/11/horacio-el-caracol-que-va-despacio-nos.html

Desarrollamos la ficha creativa encerrando las letras h que encuentres, uniendo con una línea las sílabas con el dibujo que corresponda y finalmente leen el texto que está escrito en el hipopótamo. Recordamos que hoy hemos aprendido a escribir algunas palabras con h, así como recordamos qué palabras llevan h.

Para casa enviamos el nombre de la página para que los niños y las niñas jueguen un momento y luego desarrollan la ficha escribiendo el nombre de cada dibujo y armando la h con las piezas.